Autobiografía emocional


Cuando me pongo a pensar en mi infancia no puedo evitar sentir que he cambiado mucho y que lo más seguro es que aquella niñita de nueve años ni se reconocería en mi personalidad actual. Lo cierto es que me alegro de haber cambiado un poco ya que yo de pequeña era una persona exageradamente tímida, me costaba mucho hacer amigos o simplemente hablar, me ponía colorada e incluso me costaba respirar cuando tenía que hablar delante de mis compañeros de primaria y, aunque fue una etapa que recuerdo con dulzura, también una de las que me adaptaba a todo, aceptaba y pensaba que si no mostraba mi verdadera opinión a los demás les iba a caer mejor y eso no está bien ya que si las personas no te aceptan con tus criterios y actitudes es que no merecen formar parte de tu vida. Otra característica que me definía en este momento es que no soportaba caerle mal a alguien, y de ser así, necesitaba saber que había hecho mal, a día de hoy me doy cuenta de que esto es algo muy tóxico ya que es imposible caerle bien a todo el mundo, por el mero hecho de caerle bien a alguien le vas a caer mal a otras personas. Además me importaba muchísimo lo que pensarán los demás de mí, algo normal en la adolescencia supongo, pero a mí me condicionaba en el modo de ser y de actuar, de hecho, es algo que sigo intentando mejorar a día de hoy y me sigue afectando.

Esta niña tímida a la que le gritaban y comenzaba a llorar desconsoladamente cambió mucho cuando sus padres se separaron ya que en ese momento me sentí un poco sola. Tenía en ese momento 10 años y para mí fuera un golpe muy grande, pero dentro de lo malo hizo que la relación con mi hermano mayor mejorará mucho ya que ambos nos vimos solos y nos convertimos en un apoyo incondicional el uno del otro. Más tarde, mi madre y mi hermano mayor tuvieron que mudarse al extranjero por motivos de trabajo y yo me quede viviendo aquí con mis abuelos maternos, a los que adoraba pero con los que no había tenido mucha relación hasta ese momento. Ahí me dí cuenta de que tenía que ser más fuerte y que ya no tenía a mi mamá o a mi hermano mayor para sacarme las castañas del fuego, en cierto modo y aunque lo pasé muy mal al principio, me ayudo mucho a superar mi vergüenza y mi timidez y, sobre todo, a aprender a decir que no y mostrar mis ideas. Por otra parte, desde el divorcio la relación con mi padre había empeorado mucho, yo lo tenía en un pedestal, era mi ídolo, mi modelo a seguir por decirlo de algún modo, pero todo cambió después del divorcio. En ese momento el papel de ídolo había sido reemplazado por mi madre, una mujer fuerte y luchadora, capaz de viajar a países desconocidos con la única finalidad de sacar a su familia adelante.

Más tarde, cuando mi madre ya había regresado a Galicia para estar conmigo, me presentó a su pareja, con la que yo al principio tenía muy mala relación. Este hecho hizo que yo me encerrará en mi misma y que todos los problemas que tenía no se los contara a mi madre. Mi actitud fue muy egoísta en su momento y es una cosa de la que me arrepiento mucho. Poco después mi abuelo materno falleció y ahí vi lo que era perder de verdad a alguien querido, no porque se va a trabajar lejos o porque ya no vives con el, sino perderle para siempre y sin vueltas atrás, sin poder despedirte. Esto, como es normal, provoco un cambio en mi actitud con mis amigos, los cuales muchos me decían que había cambiado y no estuvieron a mi lado.

Un año más tarde tuve que mudarme debido a problemas de trabajo de mi madre y echaba mucho de menos a mis amigos pero poco a poco me daba cuenta de que ellos continuaban su vida sin tenerme en cuenta, se olvidaban de mi y no eran amigos de verdad. En el nuevo colegio conocí a mucha gente nueva y aunque al principio me costó adaptarme, llevo grandes amistades y recuerdos de esta etapa de mi vida. Al año siguiente, nos mudamos de domicilio, lo que provocó que tuviera que cambiar nuevamente de centro, aquí me costo más hacer amigos, la gente era más cerrada a conocer a personas nuevas ya que ya tenían formados sus grupos de amigos y entrar en uno de ellos era muy difícil, por lo que yo me llevaba bien con todo el mundo pero sin coger excesiva confianza con nadie.

En este lugar conocí a Mónica, mi compañera de piso y gran amiga a día de hoy, ella tampoco estaba muy a gusto en ese colegio y yo estaba descontenta debido a las manías de los profesores y ya que necesitábamos unas notas muy elevadas para lo que queríamos estudiar en un futuro decidimos cambiarnos juntas de colegio. Esto sinceramente fue una aventura de la que no podría haber estado más contenta de haber vivido, a parte de ser mi primera experiencia de independencia, también gané una amiga con la que poco a poco fui cogiendo confianza y a día de hoy somos como hermanas y seguro que lo más difícil de acabar el curso va a ser separarme de ella.

Gracias a los múltiples cambios de centro que hice a lo largo de mi vida supere mi vergüenza ya que el hecho de llegar a un lugar desconocido en el que todas las personas se conocen entre ellas te obliga a poner de tu parte e intentar relacionarte. Aunque en su día me costo mucho y lo pase mal reconozco que me alegro de haberlo vivido, ahora allá a donde voy conozco a alguien y también me he dado cuenta de que a lo largo de la vida van entrando y saliendo personas, es algo natural, por lo que no podemos entristecernos, las relaciones sociales son como seres vivos que nacen y mueren; muy pocas personas se quedaran ahí durante toda tu vida y las que lo hagan de verdad valdrán la pena.

Todo lo que he vivido me ha hecho la persona que soy a día de hoy por lo que no puedo arrepentirme. La conclusión más importante que saco y que ya he pensado infinidad de veces es que todo al principio da miedo, pero eso, lo que más nos asusta, es de lo que al final más felices estamos de haber decidido vivir. Y lo más importante es que tenemos que aprender a querernos y a convivir con nuestros errores ya que en realidad estamos solos, a lo largo de nuestra vida las decisiones más importantes son personales y no podemos contar con nadie para que nos ayude.

Para acabar, yo me considero una persona muy alegre y feliz, a veces exageradamente feliz, pero me gusta transmitir esa sensación al resto de personas que están en mi alrededor. Muchas personas piensan que es una coraza para no mostrar como soy en realidad pero yo creo que esto no es así. Otra emoción que me define es la espontaneidad y la impulsividad ya que yo creo que las mejores decisiones se toman de forma impulsiva, sin pensarlo dos veces, la primera reacción sobre algo muestra lo que realmente sientes al respecto.

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