Síndrome de Asperger en famosos


Este 18 de febrero es el Día Internacional del Síndrome de Asperger, un trastorno neurobiológico que impide el desarrollo normal de las habilidades sociales. Sin embargo, tener Asperger no es óbice para elaborar teorías científicas que cambien nuestro concepto del Universo, convertirse en el hombre más rico del mundo o liderar uno de los países más poderosos del planeta. 

El síndrome de Asperger fue descrito por primera vez por el Doctor Hans Asperger en un artículo publicado en Viena en 1944, aunque no fue reconocido mundialmente hasta finales de los 80. Sin embargo, hoy en día está tan aceptado que hasta los personajes de ficción más célebres muestran sus rasgos, como en el caso de Sheldon Cooper (anterior entrada). 

Resulta difícil estimar el número de individuos afectados por este trastorno, ya que no fue clasificado como un trastorno psiquiátrico hasta 1994. Un cálculo reciente basado en encuestas del Instituto Nacional de Salud y Desarrollo Mental de los Niños (National Institute of Child Health and Mental Development) muestra que una de cada 500 personas de Estados Unidos (0.2% de la población general) tiene cierta forma de Asperger. Parece asismismo que es más frecuente entre el sexo masculino. 

Ello no significa que las personas con Asperger no sean capaces de llevar una vida productiva. Se cree que estas personas suelen tener un cociente intelectual en una escala de nivel normal a superior. Algunos han especulado que Albert Einstein, Isaac Newton, Nicola Tesla, Charles Darwin o Andy Warhol mostraron rasgos asociados al Asperger. 

Aún a día de hoy, el Asperger no es impedimiento para que artistas, cineastas o emprendedores brinden lo mejor de sí a la humanidad. Tim Burton, Steven Spielberg, Bill Gates, Keanu Reeves o Susan Boyle, ganadora de 'Britain's Got Talent', han reconocido padecer este síndrome. La propia CIA asegura que Vladimir Putin, presidente de Rusia, es Asperger. Muchos casos se quedan en simples rumores sin demostrar, como el de Leo Messi. 


En contraste con el autismo, las personas con Asperger tienden a desear la aceptación social pero pueden ser incapaces de intervenir en interacciones sociales. Sus conversaciones pueden ser unilaterales, demasiado centradas en un tema de interés limitado, caracterizado por un lenguaje pedante y monótono. 


Una persona con Asperger no podría percibir los indicadores sociales o el lenguaje corporal de otras personas y podría no notar los sentimientos de otros a su alrededor. Como resultado, una persona con Asperger es probablemente considerada extraña o excéntrica, lo que conduce hacia un aislamiento social.

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